sábado, 13 de diciembre de 2014

Los pobres tenemos la maña de ahorrar

En 1994 compré un lote en El Roble de Santa Bárbara de Heredia, con el fin de vivir al menos unos días en un lugar tranquilo, practicar agricultura básica recreativa y observar el cielo. La ilusión original se ha quedado ahí, hasta ahora que trataré de impulsarla.

Un vecino que me vio ayer, se acercó y me dijo: “Hace más de 20 años que tienes esto y…”. Yo estaba arreglando algunas plantas que he sembrado (hace esos años solo había pasto y ciprés) y le conteste a mi vecino: “Es que los pobres, solo podemos hacer ciertas cosas, si primero ahorramos”.

Me considero pobre, aunque se que no estoy en el nivel más bajo y también sé que hay muchos humanos con grandes carencias, a los cuales de alguna manera debemos ayudar, quizás proporcionándoles trabajo digno.

Si alguna vez estuve de visita en la clase media, fue hace mucho y ya no me acuerdo. El siempre creciente costo de la vida  nos impone mayores dificultades, y nos lleva irremediablemente hacia abajo, ¿será así en todos los países?

Y es que los pobres solo tenemos nuestro trabajo, para con el fruto de él, lograr algunas de nuestras metas en la vida. Siempre hemos tenido que comenzar con tabla rasa.
Si la genética heredada de nuestros antepasados nos ha sido favorable, el ambiente y la naturaleza nos han tratado bien y hemos aprovechado las oportunidades educativas, de salud y sociales que nos brinda un país como Costa Rica, seguro podremos defendernos un poco.

Los primeros treinta años “estudiamos y trabajamos”, en los siguientes treinta “trabajamos y estudiamos” y en los últimos treinta, pues “seguimos aprendiendo y trabajando”, algunas veces. Todo lo anterior salpicado con un poco de esparcimiento sensato, deporte y disfrute de la cultura universal, ha sido más o menos mi expectativa de una vida satisfactoria.

Así que, si hasta ahora hemos logrado resolver la mayoría de los retos que presenta nuestra propia existencia, y seguimos cerca del promedio, pues seguro tuvimos un trabajo que nos gustó hacer, con un salario apropiado, proporcional a los que aportamos positivamente (ni muy bajo, ni excesivamente alto).
Creo que alrededor de los 65 años las familias deberían estar a punto de resolver casi todos sus retos socio-económicos (hijos estudiando y trabajando, casa, transporte, cultura, recreación,…), con el mínimo de problemas. Desde luego siempre estamos expuestos a algún tipo de evento, que no logramos prever y que nos puede sacar de balance. Pero lo ideal es estar preparado para enfrentarlo y resolverlo satisfactoriamente.

Nuestro régimen social está más o menos bien, con algunos defectos que se podrían corregir. La pensión por el trabajo y el ahorro por voluntad propia, cultivados casi toda la vida, permite que los pobres podamos disfrutar algunas “estrillas” aunque sea cerca del final de nuestra existencia.

Por "nuestra maña de ahorrar", los pobres hacemos cosas con esos ahorros y, desde luego, con el aporte de un poco de trabajo físico personal, esto para darles mejor sabor. 
El trabajo intelectual aportado en esta etapa, normalmente nos sale gratis, porque ha sido propio, esto es, de nosotros mismos, desde hace mucho tiempo y así seguirá.
No importa que algún proyecto se haya pospuesto un poco, “los pobres no construimos para nosotros, generalmente construimos para nuestros hijos y nietos”.

Si usted aún no tiene la maña del ahorro, para invertir en salud, educación, conocimiento,... en sus prioridades…, comience ya, de seguro estará muy satisfecho con esa decisión, en algunos años.

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