He caminado varias
veces por los alrededores del Hospital Calderón Guardia y la calle recientemente etiquetada como avenida 9A, porque por ahí hay un restaurant que me agrada.
Siempre me ha llamado
la atención dos árboles de tronco algo esponjoso, gruesos y con ciertos abultamientos (su botánico
o un especialista en árboles
le dirá el nombre correcto). Por un tiempo le dije a mis amigos y familia que
posiblemente eran alcornoques
(Quercus suber), esto es, el árbol del que se obtiene el corcho que se utiliza para
sellar botellas, como las de vino.
Ayer decidí darme
un paseo por esa zona del Barrio Amón y tomar unas fotos. Así que comencé a
bajar por la 9A hacia la intersección de la
línea del tren que va a Heredia y allí entre calles 15 y 13, encontré el primer
corcho australiano, el que siempre había visto de cerquita. La rugosidad de su
tronco siempre me había llamado la atención y al pincharlo con un dedo parecía
que me decía “sí soy un alcornoque”, quizás porque es una palabra interesante,
media rara, que había escuchado cuando era niño en Naranjo, una vez que mi
abuelo dijo “cabeza de alcornoque”.
Le pegunté a mi acompañante si había escuchado la frase y me dijo que sí, cuando por casualidad encontramos junto al segundo árbol un pedazo de tronco tirado en el suelo. Lo examinamos cuidadosamente, junto con una rama que tenía semillas y entonces me dijo: “seguro significa que no retiene nada en el cerebro, mira no se puede fijar allí ningún clavo ni tornillo, porque al ir penetrándolo, la corteza se desmorona”.
Me llevé el pedazo de corteza y continué haciendo otros mandados, pero la respuesta más sincera me la encontré en la casa, cuando se lo mostré a la hija, pensando que nunca había visto un corcho de ese tamaño, le pregunté si sabía qué era y solo mirándolo de reojo me dijo: “un urrú”.
Le pegunté a mi acompañante si había escuchado la frase y me dijo que sí, cuando por casualidad encontramos junto al segundo árbol un pedazo de tronco tirado en el suelo. Lo examinamos cuidadosamente, junto con una rama que tenía semillas y entonces me dijo: “seguro significa que no retiene nada en el cerebro, mira no se puede fijar allí ningún clavo ni tornillo, porque al ir penetrándolo, la corteza se desmorona”.
Me llevé el pedazo de corteza y continué haciendo otros mandados, pero la respuesta más sincera me la encontré en la casa, cuando se lo mostré a la hija, pensando que nunca había visto un corcho de ese tamaño, le pregunté si sabía qué era y solo mirándolo de reojo me dijo: “un urrú”.
Bueno, después de
esta digresión familiar, volvamos al Melaleuca quiquenervia.
Luego de seguir bajando por calle 13,
hasta la avenida 7, y admirar algunas casas, con gárgolas en el techo, bellas fachadas y
hermosos puertas de hierro y madera encontramos la “Casa Amarilla”. Cruzamos al Parque España, el que está entre el antiguo edificio de la Fábrica Nacional
de Licores (ahora CENAC),
el Instituto Nacional de Seguros con el Museo de
Jade y la Escuela Buenaventura Corrales en el llamado Edificio
Metálico. Allí hay esparcidos entre otro tipo de árboles, veredas, “poyos” (banca
de parque) y algunas estatuas de nuestros héroes, al menos una decena de corchos australianos, todos muy
fotogénicos.
Y qué agradable sorpresa, un letrerito de la Municipalidad de San José, donde se identifica este árbol con su nombre científico: “Melaleuca quinquenervia” y también su familia: “Myrtaceae”.
Y qué agradable sorpresa, un letrerito de la Municipalidad de San José, donde se identifica este árbol con su nombre científico: “Melaleuca quinquenervia” y también su familia: “Myrtaceae”.
Seguimos hacia el “Jardín
de Paz” (¿No es que se llamaba hace unos 40 años -Parque Chino-, había un diminuto
estanque con patos y pequeños puentes?¿Alguien recuerda?).
Bueno allí hay una frondosa arboleda de estos corchos, algunos con flores que parecen limpia botellas y vainas con semillas.
Internet y en particular Wikipedia son excelentes ayudante en este tipo de búsquedas. Este corcho es originario de Nueva Caledonia, Papúa Nueva Guinea y la costa oriental de Australia y se usa como tapaviento y para desecar suampos.
En el sitio Álbum de árboles de Costa Rica, que se lo recomiendo, encontrará una agradable cita sobre el -árbol corteza de papel-, como también se le conoce; allí dice que:
“En Costa Rica esta especie fue introducida por primera vez como un ornamental en barrios de clase alta, muy probablemente en los años 30 ó 40, a juzgar por el tamaño de los bellísimos y enormes ejemplares que existen en los barrios Escalante, Amón y Aranjuez…”
Supongo que también debe haber más corchos australianos en el Barrio Otoya, en el Parque Morazán, Parque Bolívar y en el Parque Nacional, investigaré en los próximos días.
Bueno allí hay una frondosa arboleda de estos corchos, algunos con flores que parecen limpia botellas y vainas con semillas.
Internet y en particular Wikipedia son excelentes ayudante en este tipo de búsquedas. Este corcho es originario de Nueva Caledonia, Papúa Nueva Guinea y la costa oriental de Australia y se usa como tapaviento y para desecar suampos.
En el sitio Álbum de árboles de Costa Rica, que se lo recomiendo, encontrará una agradable cita sobre el -árbol corteza de papel-, como también se le conoce; allí dice que:
“En Costa Rica esta especie fue introducida por primera vez como un ornamental en barrios de clase alta, muy probablemente en los años 30 ó 40, a juzgar por el tamaño de los bellísimos y enormes ejemplares que existen en los barrios Escalante, Amón y Aranjuez…”
Supongo que también debe haber más corchos australianos en el Barrio Otoya, en el Parque Morazán, Parque Bolívar y en el Parque Nacional, investigaré en los próximos días.