Si solo ha comido
higos verdes sazones en almíbar, o de esos llenos de azúcar en su superficie,
prohibidos para diabéticos, y nunca ha comido un higo maduro, fresquito, recién
bajado de la higuera (Ficus carica), ¡no sabe lo que se ha pedido!
Para mí el higo es
una de las frutas, sícono (¡ramillete de flores!) más deliciosa que he
probado. En los últimos dos años mi higuera ha estado en producción, creo que
dos veces por año. En el 2014 coseché unos 10 maduros que me hacen a boca agua ahora al recordarlos,
además como cuarenta verdes (sazones) que hice en conserva de almíbar, pero no
hay comparación.
Luego de la cosecha
podé algunas ramas por dos motivos, para eliminar una plaga de chinches que
habían infestado los tallos y para que la altura del arbusto fuera apropiada a
mi tamaño. Los chinches los elimino físicamente aplastándolos, pues no quiero
usar insecticidas. Eso requiere examinar la planta casi todos los días para
descubrir los insectos y estar sellando con algún material impermeable los
cortes de las podas, para evitar que el agua las pudra y que la plaga se vuelva
a establecer.
Este año la higuera
creció de una manera asombrosa, ya he disfrutado a lo menos cinco higos maduros,
que han llegado a su punto ideal de maduración cada ocho días, y están en fila al menos cincuenta,
desde el tamaño de un garbanzo hasta el de una pera pequeña.
Es curioso, el tamaño
del sícono crece poco al principio, se queda como dormido un tiempo y como una
semana antes de madurar aumenta bruscamente su tamaño en dos o tres días,
seguro es cuando llega el punto de maduración de las flores internas.
Entonces comienza a ponerse rojizo y es cuando hay que estar atento, inclusive varias veces por día para revisar que los yigüirros (http://astrovilla2000.blogspot.com/2015/06/yiguirros-en-mi-casa.html) y los “kiskadís” (mosquero cejiblanco), pecho amarillo o sus primos, me dejen algo. En realidad me agrada compartir con ellos esta deliciosa fruta, es un cambio muy agradable en su rutina diaria de banano y una que otra lombriz.
Entonces comienza a ponerse rojizo y es cuando hay que estar atento, inclusive varias veces por día para revisar que los yigüirros (http://astrovilla2000.blogspot.com/2015/06/yiguirros-en-mi-casa.html) y los “kiskadís” (mosquero cejiblanco), pecho amarillo o sus primos, me dejen algo. En realidad me agrada compartir con ellos esta deliciosa fruta, es un cambio muy agradable en su rutina diaria de banano y una que otra lombriz.
Mi higuera es algo
especial para la familia, en realidad la planta es nieta de una que sembró y cuidó con mucho cariño en
Hatillo, mamá Marta Herrera hace unos cuarenta años. De ella Marie se trajo un “hijito”
(esqueje) y lo sembró en su
casa de zapote, hará unos 20 años y fue la higuera que me introdujo a la
delicia de saborear sus frutos. Hará unos seis años que ella me obsequió el “nieto”
que les muestro en la foto, con el cual estoy feliz y muy agradecido.
En realidad tengo dos
plantas con las misma “ascendencia”, una que recibe principalmente la luz solar
de la tarde (la más desarrollada) y otra la luz de la mañana. Esta última solo
tiene un pequeñito fruto, pero el año pasado produjo unos diez. Además, hace
dos años fue visitada por la mariposa “Pachylia
ficus” (http://mariposa4363.blogspot.com/2013/02/pachylia-ficus-sphingidae.html), lo que me permitió ver parte del desarrollo de la larva, no así el
adulto. Espero que esa linda mariposa visite mis dos higueras en algún momento,
para continuar su estudio.