miércoles, 15 de mayo de 2013

Una noche en Cabo Blanco, 4 de mayo 2013


He impartido dos cursos de Astronomía breves en la Reserva Natural Absoluta Cabo Blanco (Sector San Miguel), organizados por Biocursos OET. El primero del 14 al 15 de abril y el segundo los días 4 y 5 de mayo.

La observación, que es la parte práctica del curso, la hacemos desde la pequeña playa frente al albergue.

Esta playa, está orientada más o menos de Noroeste a Sureste, de tal manera que la puesta del Sol (a las 17: 48 el sábado 4) puede observarse con horizonte marino cerca de los equinoccios y lo hicimos en las dos oportunidades, solo que la nubosidad en esta fecha, ya es un problema, pero el celaje es siempre hermoso, acompañado por los últimos pelícanos que vuelan a pasar la noche en tierra. Trataré de visitarla durante el solsticio de verano (20 de junio) para evaluar el ocaso del sol.

Pero a las 17:00 nos ocurrió algo interesante a 10 de nosotros que observamos manchas solares con binoculares y telescopio (¡con filtro solar!), en el ocular había una mancha algo alargada y gordita a la izquierda, una de menor dimensión justamente a la derecha y algunas pequeñas hacia arriba.
Bueno, de pura casualidad y sin saberlo hasta el martes, observamos “el búho”, según SpaceWeather.com.




A las 19:30, luego de escuchar la maravillosa música de flauta de Marie nos enfocamos hacia el Oeste, para observar lo que quedaba de la constelación Tauro (con Júpiter de visita desde hace varios meses), Orión y Auriga, que rápidamente se aprestaban a tomar su baño nocturno en las aguas del Océano Pacifico. Permanecía Gemini a punto de mojarse los pies, el Can Mayor con su brillante estrella Sirius ya mirando hacia el mar, el Can menor un poco más arriba con su solitaria estrella Proción y un poquito de Vía Láctea
 
 

Leo y sus vecinos estaban bastante cenitales y entonces usamos nuestras colchonetas  y nos tendimos de espalda sobre la playa, para explorar un poco lo más alto del cielo, como el pesebre (M44) en la constelación Cáncer, flanqueado por “los dos asnos”. A propósito, cáncer es la palabra latina para cangrejo y es este crustáceo el que está asociado con la mitología de la constelación.
El inconfundible signo de pregunta invertido de Leo destacaba marcando la cabeza y melena del león, mientras que Regulus definía bien el codo de la pata delantera de esta “esfinge” en el cielo, como queriendo atrapar al cangrejo.
Cabellera de Berenice
se mantenía oculta de la fiera, entre su trasero, Virgo, el Boyero y las patas traseras de la  Osa Mayor.


El Cuervo, siempre intentando comerse “la espiga” de Virgo estaba cada vez más alto y junto a él pudimos apreciar una antigua copa, quizás un “grial”, en la constelación Cráter.
Debajo de todo, la serpiente de agua (Hidra), con su cuello y cabeza semejante a un matamoscas, acecha para recoger lo que se caiga, no en vano es la constelación de mayor extensión (1303 grados2).



Al norte lo tapan los árboles y el ángulo de visión cada vez nos lo restringe la marea y nosotros nos corremos poco a poco hacia los árboles, es parte del  reto y el encanto de observar desde esta playa. Pero el Sur estaba espléndido, a las 22:00 el Centauro estaba completo, con Alfa y Beta, el maravilloso cumulo globular Omega y entre sus patas delanteras la inconfundible Cruz del Sur (Crux) con “el joyero”.
Fue interesante para mí identificar por primera vez en el cielo, la figura mitológica completa (asterismo) del centauro, gracias a la explicación de Marie.
También estaba la “falsa cruz” entre Vela y Carina, un poco más a la derecha, pero Canopus ya se había ocultado. La Vía Láctea un poco baja continuaba mostrando sus cúmulos y nebulosas. A todo lo que se pudo le pusimos binoculares.
Arriba y a la izquierda Virgo y la modesta pero bien balanceada Libra se disputaban el derecho a hospedar una extraordinaria aparición del planeta Saturno, que continuará durante todo este mes.

Al planeta lo vimos a simple vista similar a una estrella anaranjada, algo ovalado con binoculares (16x70) quizás como lo vio Galileo en 1610, y con un inconfundible anillo, usando el telescopio de un amigo con 66 aumentos. 
A las 23:00 el interés paso un poco hacia el Sureste, donde Escorpión y Sagitario se disputaban nuestra atención, con su gran cantidad de cúmulos y nebulosas, ganándole un poco a Ofiuco y sus dos Serpientes.
Quienes llevaron binoculares tuvieron la oportunidad de observar gran cantidad d cúmulos estelares y nebulosas en esta región hacia el centro de la Vía Láctea, mas o menos en direccion opuesta a  Orion.
Los asterismo de “escorpion” (una jota o un anzuelo -a gusto del cliente-) y de “la cafetera” son fáciles de
reconocidos y realmente merecen su nombre. De seguro una vez que los identifique, no los olvidará y podrá reconocerlos con facilidad.


A las 23:30 la Osa Mayor ya se brincaba las copas de los árboles, mostrándonos claramente sus dos patas y su alargado rabo, que nos condujo, siguiendo la curva, hacia Arcturus en la constelación Boyero (Boötes) y extendiendo más la curva, de nuevo a Spica.
No pudimos ver a la estrella Polaris en la Osa Menor, pero las indicadoras del “gran sartén” nos apuntaban claramente donde estaba el polo norte celeste, solo había que medir un ángulo de 25 grados (cinco veces la distancia entre Merak y Dubhe) hacia el suelo. Pero si vimos el conjunto doble de estrellas Mizar y Alcor (la segunda del mango del sartén).
No había luna, estuve un rato más contemplando la inmensa belleza del cielo negro de Cabo Blanco, tachonado de hermosos cuerpos celestes y tu lejana silueta destacando como nebulosa oscura enfrente de la Vía Láctea.
Varios meteoros fugándose de Acuario volaron sobre mi cabeza, quizás presagiando una buena lluvia al amanecer.
Estaba sentado en la playa, con algunos cangrejitos y escuche mi soledad, rodeado de tantas distantes cosas y una que estaba cerca, mas no la podía alcanzar. Pensé entonces que si me iba a dormir al menos soñaría con ella y funcionó mejor de lo imaginado.

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