Recuerdos de Mario
Murillo Cabezas
A este amigo lo
conocí el año pasado, en la Piscina Pública de Curridabat, donde realizamos
una actividad física, que la profesora Sandra llama hidroterapia, a mí me ha
caído muy bien.
Mario es un hombre alto y delgado, alegre y simpático y cuando estamos dentro del agua le gusta tararear canciones (el inicia yo le sigo).
Escuchándolo me di cuenta que sus más de 80 años de experiencia con la vida, lo hacen una excelente fuente de información sobre varios temas:
Puntarenas
desde luego, donde pasó gran parte de su niñez y juventud; su experiencia en la Zona del Canal de Panamá; con diversos tipos de maquinaria agrícola e
industrial; la revolución de 1948 y sus secuelas, etc.
Espero que podamos conversar sobre eso en el futuro, pero hoy vamos dejarlo solamente en Recuerdos de Puntarenas.
Espero que podamos conversar sobre eso en el futuro, pero hoy vamos dejarlo solamente en Recuerdos de Puntarenas.
Mario Murillo
Cabezas (Li –Kam Yom), nació en
Puntarenas centro, el día 22 de agosto de 1928 a las 11:30. De la bomba de
gasolina Acón 50 m al Este (donde hoy están las oficinas del ICE), hijo del
ciudadano chino Li Chen Fat (José Jesús Cabezas) y la costarricense de
ascendencia española, María Murillo, vecina de Esparza.
Kam Yom fue un
muchacho alto y de buen porte, de pegue con el sexo femenino, a los 12 años
tuvo su primera novia. Ahora vive en Curridabat (desde 1950), tiene 18 nietos y
11 bisnietos.
En lo que sigue he
tratado de que sea Mario el que hable, si alguien encuentra alguna
discrepancia, posiblemente se deba a mi lápiz y a mi memoria, no a la de este
amigo, que está en su mejor momento. Si a veces la narración va hacia atrás y adelante en el
tiempo, la culpa es de mis notas.
- Mi recuerdo más lejano es como de 1931 cuando tenía tres años, murió un hermanito y nació otro, tenía la boca tan pequeña que era difícil amamantarlo. También tengo dos hermanas.
- De 1932, a mis 4 años, recuerdo las ventas de granizados y refrescos de horchata que hacia mamá, frente al teatro (cine) de Puntarenas. Desde luego, en esa época no se podía desperdiciar nada, el sobrante se cocinaba y en la noche se tomaba en la casa como un atolito.
- Una amiga de mamá,
encargada de la boletería en el teatro, me permitía sentarme en un banquito
para ver películas, la mayoría mudas.
Luego entre las primeras sonoras, recuerdo unas de Carlos Gardel, desde luego
en blanco y negro.
En esa época, un delicioso sándwich de mano de piedra cortada habilidosamente en rebanadas delgadas, acompañada de rueditas de tomate y con paredes de crujiente melcochón, costaba diez centavos.
Lo interrumpí para preguntarle sobre el “churchill”.
- Por 1943 a un vendedor de granizados en uno de los kiosquitos (el llamado Blanco y Negro), del Paseo Cortés (nombrado así en honor de Claudio Cortés, ministro de Fomento y hermano de don León), se le ocurrió agregarle helados a los granizados y para distinguirlo y quizás por el personaje inglés importante en esos años, le llamo “churchill”, (cita en Internet).
- Recuerdo que en esos años se estaba realizando la electrificación del ferrocarril (inició de vapor como todos). Las llenas durante mareas muy altas pasaban casi de lado a lado (del golfo hasta el estero), por eso las casas se construían en zancos, con el piso a un metro del suelo, para evitar que se inundaran. A veces en mi casa el agua llegaba hasta 40 cm del piso y en el mercado había hasta 20 cm de agua. Corretear ratones en el agua, que crecen muy bien alimentados con las verduras, casi como zorros, era toda una diversión.
- Un vecino, el papá de E. Barrantes, que fue compañero de escuela, era capitán de una lancha y tenía un pequeño bote que mantenía volcado bajo los almendros, para protegerlo del sol. Durante esas llenas, los chiquillos del barrio le dábamos vuelta y lo usábamos para pasear por todo Puntarenas.
- No había coches, ni
carrozas ni carros funerarios, en realidad pocos vehículos, entonces para
llevar su muerto al cementerio en Chacarita
a unos 8 kilómetros (“donde terminaba mordidito por cangrejos”), la
plebe, que éramos un 80% de los puntarenenses, esperaba a que la marea subiera
y hacían un desfile en bote de remos,
alguno que otro con una pequeña vela que lo llamábamos “bongo”.
En el cementerio había que hacer todo rapidito, en una hora, antes de que iniciara la peligrosa “resaca”. Sólo los que tenían un poco de dinero aprovechaban el ferrocarril que llegaba a las doce, que había acondicionado un carro al final y así hacían el viaje. - La Plaza de Cañas, de la iglesia 200 m al Oeste, construida en honor al General Cañas y al expresidente Mora, era uno de nuestros sitios preferidos de reunión. También el Parque Victoria, que fue construido por 1856, el nombre se debe a que los soldados que regresaron de la guerra contra Walker, cantaron victoria en ese sitio.
- El primer tanque de
agua fue construido en 1935, a la orilla de una espuela de la línea férrea que
instaló el ferrocarril para depositar los materiales traídos desde Alajuela. Más
abajo el ferrocarril tenía una grúa, para cargar los troncos de árboles
maderables que venían flotando desde Guanacaste.
Luego la municipalidad hizo allí un play-ground
que con el tiempo despareció.
A lo largo de una calle principal iba el “tubito madre” y a cada cien metros se instaló una llave de cañería, pues no había línea de distribución a las casas (“quizás a la de algunos ricos”). A veces había una fila de unas 15 personas, esperando para llenar de agua sus tarritos. - Por donde ahora está la universidad había un charco como de una manzana. Los chiquillos hacíamos botes de juguete con cáscaras de jobo y los poníamos a navegar allí. Luego la rellenaron camiones del Ministerio de Fomento, sacando arena de la playa.
- Recuerdo como se
producía, procesaba, almacenaba y vendía la sal y como se aprovechaban los
comerciantes de las variaciones de humedad (ȼ4 por 50 kilos). Primero en unas
salinas que había entre Chacarita y Chomes.
A vece la sal tenia pequeñitos granos de arena y era relativamente húmeda. Luego la empresa Rudín y Jimenez adquirió un lanchón que llenaban con agua más limpia, golfo adentro, la descargaban en la planta de procesamiento, la pasaban por aspersores para ir evaporando el agua y finalmente la calentaban, hasta llevarla a la forma final de la “Sal Estrella”, que era mucho menos húmeda. - El edificio grande, destechado por un tornado en 1968, cerca de la terminal del ferrocarril fue usado primeramente como bodega de éste, luego bodega de la cooperativa de la sal y finalmente como el edificio de la primera clínica del Seguro Social.
- Usted ha visto el monumento
de cuatro cañones antiguos junto a la antigua Capitanía de Puerto. Bueno, para
la segunda guerra mundial se montaron unos cañones “de verdad”, uno de los cuales
participó en el cómico asunto del cachalote.
Resulta que en una nubosa madrugada de 1940 (“yo estaba en quinto”) el cabo de guardia vio una columna de agua en el mar y creyó que era el periscopio de un submarino, se llenó de nervios (“todos éramos campesinos”), pero con muy buena puntería le disparó un proyectil de unos 60 mm. Resultó ser un cachalote, que quedó muerto o aturdido y seguro por el susto y el impacto se desorientó y al bajar la marea quedó encallado en la arena. Veintiocho chiquillos nos subimos sobre el lomo y aun sobraba cabeza y sobraba cola.
Le sacamos un ojo, lo metimos en algún líquido que nos dio el maestro y lo enviamos a la universidad. - Recuerdo algunos compañeros de la escuela: Ermidio, Renier Castañeda y Carlos Molina. Puntarenas es una tierra de exilio, sus habitantes tienen su forma propia de hablar y de conducirse. Luego de la retreta, los domingos, se bailaba y también a veces se hacían peleas, ¡muchas de ellas por mujeres!
¿Por qué hay tanto
chino en Puntarenas le pregunté?
- Porque entraban de contrabando, los bajaban de los barcos bananeros metidos en un cajón, así llegó mi papá.
- Por unos días, durante la guerra mundial, hubo tres barcos anclados frente al puerto; dos cargueros alemanes, el Weser que se fue una noche y luego fue capturado en Manzanillo, México y el Eisenach, hundido por la tripulación el 31 de marzo de 1941 y luego reflotado. También estaba su lado el barco italiano Fella, que según parece también fue hundido por sus propios tripulantes, pero que volcó y aún permanece frente a la playa.
- La compañía bananera se instaló en 1932 y comenzó a exportar banano en el 34 y el 35. El banano de Quepos y Parrita se traía en lanchones y se exportaba por Puntarenas. Recuerdo la banda transportadora vertical con cadenas y una especie de canastos donde se colocaban los racimos de banano sazón.
- En ese entonces yo vivía
por la Plaza de Cañas.
Había muchos árboles en las calles y patios de las casas de Puntarenas, que los chiquillos aprovechábamos: icacos, caimitos, marañones, mangos, cocos”.
Las playitas era una laguna (“solarón”) de agua y a veces llegaba hasta el hospital, el mercado y la calle del comercio.
El estero llegaba hasta la orilla de la calle del comercio, donde están ahora los Bancos. Era un hueco que se llenaba de agua.
Para ir a Guanacaste había que viajar en lancha navegando por el río Tempisque. Yo trabajaba de mecánico en la bomba Acón y muchas veces atendí los vehículos de varios políticos, recuerdo a Calderón, Manuel Mora y Ulate. - En 1940, en la parte de la playa que llamamos los baños se construyó un encierro (de malla importada) para los bañistas y así mantener los tiburones alejados. Había ocurrido varios accidentes pues abundaban los tiburones en ciertas épocas, también había mucha raya.
- En el 43 o 44 vino una compañía de pesqueros mexicanos cazaron muchos tiburones, les sacaban el hígado y los tiraban de nuevo al mar, como lo hacen ahora los que aletean, éramos tan ingenuos que nadie protestaba. Luego se hizo costumbre darles a los niños, como suplemento alimenticio, aceite de hígado de bacalao, ahora pienso que como en la zona tropical no hay bacalao, seguro lo que nos daban era aceite de hígado de tiburón y que, algo parecido sucedía con la tradicional sopa de bacalao de Semana Santa.
- Mi hijo Mario nació
el 11 de marzo de 1950, unos dos meses después se dio un extraordinario
fenómeno atmosférico y marino (¿tsunami, maremoto, tornado?), del cual no logro
encontrar referencias en la prensa.
En julio de ese año me trasladé a vivir a Curridabat.
Todas las fotos (escaneadas), cortesía de Mario.
Trataré de identificar las que pueda. ¿Quiere ayudarme?
Buenas Noches.
ResponderEliminarYo soy cartago, nací en 1963, y desde muy niño mis papas nos llevaban a Puntarenas. Tengo muy lindos recuerdos...algunos como La Deriba... El caracol...etc.
Le felicito por este trabajo tan interesante. Que interesante seria estos relatos con fotografías.
Saludes coordiales.
Hector.
Que buena ilustracion del tiempo. Me ayudo a escribir mi cuento: http://lamacha2review.myd2.net/es Gracias
ResponderEliminarVolver a leer es como escuchar a mi Padre cuando lo contaba a viva voz Tantos recuerdos me trae a mi memoria de lovivido con mi Papá ( q.d.D.G)
ResponderEliminarLa entrevista fue todo un placer. La realizamos en su casa de Curridabat; Marie Alvarado y yo.
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