(Rosas en abril)
Colaboración de Marie Lissette Alvarado.
Original publicado 11/04/2011
Para iniciar este mes que me gusta tanto, acepté la invitación a caminar el domingo tres de abril, por el antiguo camino a San Cristóbal Norte. En teoría unas 6 horas por la montaña hacia el Cerro Alto Indias, a un promedio de 2 kilómetros por hora; más o menos unos 12 km de recorrido.
Inicié el día a las 5:00 y de allí a las 6:30 fue la preparación (agua, frutas un sándwich, nada complicado), la bienvenida y la despedida de mi casa. Taxi al estacionamiento Al Zaituna (¿será árabe por -Los Olivos-? Le preguntaré a don Rolando) y a las 7:00 abordar la buseta.
La hermosa y soleada mañana auguraba un feliz y placentero viaje. Como es costumbre, el transporte sigue una ruta preestablecida para recoger al resto de los participantes en otros puntos clave.
Nos dirigimos Cartago, pasando por El Guarco y dejamos la carretera interamericana Sur en Higuito. Fuimos dejando atrás lo congestionado de la ciudad para dar paso a las estrechas callecillas adornadas con sus típicas casitas que detallan lo pintoresco del lugar. Se pueden apreciar pequeños locales comerciales y soditas; con sus típicos e ingeniosos nombres plasmados en los rótulos ("Problemas en su forma de beber" y "Ángela Cielo" con un característico emblema del cristianismo en forma de pez a un lado.)
Conforme seguimos ascendiendo (7:55), la naturaleza hace notar cada vez más su prevalencia y el pavimento desaparece. Es el final del viaje motorizado (1460 m snm), donde iniciamos la caminata, y al sintonizarme con mi compañero, me sentí tranquila y preparada para disfrutar plenamente el paseo.
Comenzamos sobre camino lastrado; pasamos frente de la finca Palo Alto que parece muy bien cuidada y la humilde casita negra. Frente al portón de la finca Aguas Buenas iniciamos propiamente el internamiento en el bosque por el antiguo camino hacia San Cristóbal; un sendero techado de vegetación, muy agradable, fresquito y sin sol.
Allí recogí mi primera rosa, fresca, tibia, tierna y dulce con pequeñas gotitas de agua en sus pétalos.
09:30. Me encantan las caminatas por la montaña, la flora y fauna, los ríos y lagos, hacía tiempo que no caminaba así. En esta zona, la vegetación perfectamente complacía a todos los gustos, se observaban plantas simbióticas de todo tipo, heliconias, enredaderas, trepadoras, barba de viejo, bambú de montaña, matas de café, infinidad de especies maderables, tres plantas olvidadas de cabuya. Y encontramos un amable y conversador campesino (con acento extranjero) y su perro que daba mantenimiento a los linderos de su parcela.
El canto de las aves se entremezclaba como algarabía de mercado, pero curiosamente ocurría por breves períodos. En realidad gran parte del recorrido solo teníamos las voces del grupo y el latido de nuestros corazones.
Allí recogí mi primera rosa, fresca, tibia, tierna y dulce con pequeñas gotitas de agua en sus pétalos.
09:30. Me encantan las caminatas por la montaña, la flora y fauna, los ríos y lagos, hacía tiempo que no caminaba así. En esta zona, la vegetación perfectamente complacía a todos los gustos, se observaban plantas simbióticas de todo tipo, heliconias, enredaderas, trepadoras, barba de viejo, bambú de montaña, matas de café, infinidad de especies maderables, tres plantas olvidadas de cabuya. Y encontramos un amable y conversador campesino (con acento extranjero) y su perro que daba mantenimiento a los linderos de su parcela.
El canto de las aves se entremezclaba como algarabía de mercado, pero curiosamente ocurría por breves períodos. En realidad gran parte del recorrido solo teníamos las voces del grupo y el latido de nuestros corazones.
10:16 y un rayito de Sol, don Rolando Coto (desafio_vertical@ice.co.cr), nuestro guía principal, estaba muy bien equipado, tanto con mapas como con equipo de localización, de los cuales otorgó uno a varios subgrupos para mantenernos siempre en contacto y unidos y con la confianza de que nunca estaríamos perdidos. Llevaba herramientas para abrirse paso por la espesa montaña, siempre preocupado por el bienestar del grupo, a cada ciert tiempo nos detenía para darnos oportunidad de recuperarnos con breves descansos, de inmediato, continuábamos la marcha.
En algunos sectores caminamos entre paredes de barro, sobre poco profundos y sumamente estrechos surcos, donde con dificultad apenas cabía un zapato delante del otro. Eran las huellas que dejaban las motocicletas , dejadas posiblemente por quines gustan de practicar motociclismoen de montaña. Lo espeso de la vegetación y lo fresca de la temperatura acompañada de brisa, nos permitió disfrutar plenamente la actividad, no fue notorio el cansancio, y la belleza del paisaje nos permitió tomar muchas fotos.
En algunos sectores caminamos entre paredes de barro, sobre poco profundos y sumamente estrechos surcos, donde con dificultad apenas cabía un zapato delante del otro. Eran las huellas que dejaban las motocicletas , dejadas posiblemente por quines gustan de practicar motociclismoen de montaña. Lo espeso de la vegetación y lo fresca de la temperatura acompañada de brisa, nos permitió disfrutar plenamente la actividad, no fue notorio el cansancio, y la belleza del paisaje nos permitió tomar muchas fotos.
11:05. Punto bastante alto con muy buena vista, paramos para almorzar en un hermoso lugar abierto pero bajo la sombra de los árboles. A la derecha, a lo lejos, Coris de Cartago, más allá Cartago centro, a la izquierda en la lejanía la aglomerada San José y en medio enfrente los Cerros de la Carpintera.
12:16, frente a nosotros, feliz cumbre, el Cerro Alto Indias (2194 m), la meta de ese día.
12:16, frente a nosotros, feliz cumbre, el Cerro Alto Indias (2194 m), la meta de ese día.
Nuestro guía siempre estaba cotejando los mapas, y nunca dudó del rumbo a seguir, a pesar de que era la primera vez que –todos- hacíamos ese recorrido. Algunos externaban diversas opiniones y trataban de influenciar en sus decisiones, siempre fue firme y eso nos permitió cumplir al 100 % la ruta planeada en el papel.
Caminamos por lugares, donde literalmente topamos con cerca, así que, cruzamos por en medio, o por debajo, o nos brincábamos el obstáculo, pasando las mochilas con la ayuda de los compañeros. Varias veces hubo que rodear el obstáculo y dejar el sendero para volverlo a recuperar más abajo o más arriba.
Caminamos por lugares, donde literalmente topamos con cerca, así que, cruzamos por en medio, o por debajo, o nos brincábamos el obstáculo, pasando las mochilas con la ayuda de los compañeros. Varias veces hubo que rodear el obstáculo y dejar el sendero para volverlo a recuperar más abajo o más arriba.
Ya casi al final llegamos a lo que parece ser un futuro desarrollo urbanístico y a un apropiadamente ventoso sitio, donde Coopesantos está instalando varias plantas eólicas para generación de electricidad, más o menos a unos 2 km de San Cristóbal Norte. Allí tuve oportunidad de recoger más rosas. Continuando el recorrido que ya no era sendero, sino calle de lastre y finalmente pavimento, donde la mano del humano en aras del progreso se impone y modifica con hierro y cemento el paisaje natural.
14:00, por fin en San Cristóbal Norte, luego de 6 horas y unos 12 kilómetros. Había fiesta patronal en el pueblo, con el tradicional turno y sus ventas de comida, artesanías, cerveza y refrescos.
Gerardo y Los Hicsos estaban dando un concierto bailable y cuando llegamos nos pidió amablemente que no rayáramos el piso (no de cerámica ni de surá) de zacate jengibrillo muy bien pegado y recortado, en una pista con partes horizontales otras en planos inclinados al 10%, todo un reto para los bailarines. Curiosamente en el rato que estuvimos allí solo bailamos nosotros y los motociclistas de un club Harley Davidson, ante la mirada curiosa y algo sorprendida de casi todo el pueblo.
Gerardo y Los Hicsos estaban dando un concierto bailable y cuando llegamos nos pidió amablemente que no rayáramos el piso (no de cerámica ni de surá) de zacate jengibrillo muy bien pegado y recortado, en una pista con partes horizontales otras en planos inclinados al 10%, todo un reto para los bailarines. Curiosamente en el rato que estuvimos allí solo bailamos nosotros y los motociclistas de un club Harley Davidson, ante la mirada curiosa y algo sorprendida de casi todo el pueblo.
Iniciamos el regreso a San José como a las 16:00, y yo continué con mi cosecha de rosas y un reconfortante sueñito. La buseta se desvió por el sector del Hipermás de Curridabat, hacia la Galera y justo donde un semáforo nos había detenido, como a las 17:30, a mi izquierda estaba una hermosa puesta de sol, para tomar la última foto de ese día.
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