lunes, 1 de enero de 2024

El laberinto de la noche

 Cuento corto de José Alberto Villalobos.
Publicado en “
La Tinaja de Guaitil y otros cuentos”. EDiNEXO, 2015 y 2021, pág 11-42.
En “
Supernova Betelgeuse con otros cuentos
”. CartagoAntiguoCR,2024, pág 35-48.


Hola, yo soy Wolff, el copiloto de una nave espacial, la Calíope, a punto de estrellarse en Marte: le resumo lo que sucede. 

La astronave cuenta con sólo 71 litros de combustible, la altimetría señala 51 metros, el nivel de proa 63 grados hacia abajo y desciende casi sin control a 5 metros por segundo, pero creo que sobreviviremos

. La colisión es inminente, haremos un aterrizaje forzado en uno de los cañones arenosos del “Laberinto de la noche”, al extremo oeste del Valle del Mariner, en el planeta Marte.
La fecha, 8 de setiembre de 2063.
Por una coincidencia del calendario y la ventana espacial apropiada para dirigirse al cuarto planeta del Sistema Solar, en una trayectoria rápida de transferencia de
Hohmann y de menor gasto de energía, llegamos en un aniversario del nacimiento de la comandante Mlah.

La Calíope es una astronave de último diseño, que puede realizar despegue vertical y aterrizaje horizontal, pero solo en la Tierra. Es un híbrido entre el viejo Saturno V del Programa Apolo de la NASA, que llevó astronautas a la Luna, los trasbordadores espaciales y la Dragón de SpaceX, pero con más espacio de carga y habitacional. Para que los seis astronautas que hacen el viaje a Marte, durante poco más de seis meses, tengan un mayor espacio de convivencia y movilidad, pero siempre muy limitado.

Es piloteada por una comandante y un primer oficial, transporta equipo de supervivencia, fuentes de energía (baterías), computadoras para telecomunicaciones y cuatro astronautas-colonos para la estación espacial que se está construyendo en la altiplanicie volcánica de Tharsis, justo en el ecuador del planeta rojo.
Estos cuatro colonos se dirigían a la colonia Mars 1, establecida por la primera tripulación, en las faldas del Volcán Pavonis, también en el ecuador de Marte, durante las muy favorables etapas de acercamiento entre los dos planetas del 8 de abril de 2043, que se repitió en el 2058. Allí hay actualmente 8 astronautas terrestres en los 10 módulos de descenso, entregados en sobrevuelos previos semejantes al nuestro. Su arquitectura fue modificada para funcionar como “invernaderos humanos”. Allí están construyendo una base estable y funcional para crear una colonia permanente, a solo siete grados al sur del ecuador del planeta.

Marte es similar, pero también diferente a la Tierra. Su volumen es solo 0,15 veces el de la Tierra, esto porque su diámetro es 0,53 veces el del planeta en que vivimos (recuerde que el volumen es proporcional al diámetro al cubo). Su masa es solamente 0,107 veces que la terrestre. Estos dos factores se combinan para que la gravedad en la superficie marciana (g = GmM/r2) sea 3,72 m/s2, solo 0,38 veces la que experimentamos usted y yo todos los días en la Tierra.

Sin embargo, la inclinación de su eje de rotación (oblicuidad), respecto al eje de revolución de la órbita es 25° 19´, casi el mismo que el de la Tierra. Por ese motivo también en Marte hay cuatro estaciones. Pero como está más alejado del Sol (semieje mayor de la elipse igual 1,53 unidades astronómicas), su período de revolución es casi el doble (1,88 años) que el terrestre, en plena concordancia con la Tercera Ley de Kepler. Consecuentemente las estaciones marcianas tienen también casi el doble de duración que las terrestres.
La mayor distancia también repercute en la insolación y, desde luego, en la menor temperatura de este planeta (en promedio -63 °C).



El bajo campo gravitatorio debe haber sido uno de los factores principales, para que la atmosfera primigenia escapase de Marte, hace unos 4000 millones de años.
Ahora, la presión de la reducida atmósfera es solo 0,00063 atmósferas estándar. Los componentes son mayoritariamente dióxido de carbono, argón, nitrógeno y solo 0,15% de oxígeno. Totalmente “invivible”, física y químicamente para nuestro cuerpo, si no se tiene un traje de astronauta hermético, presurizado y con provisión de la mezcla respirable que llamamos en la Tierra aire.
La bajísima presión atmosférica y la temperatura siempre bajo cero, hace que los únicos lugares donde haya agua en la superficie de Marte, en “fase”  de hielo, sea en los dos casquetes polares, por lo rasante de los rayos solares. Es posible que tabién haya hielo atrapado en algunos sitios de latitudes altas, bajo la superficie del planeta (permafrost), como en las tundras de Canadá y Siberia,

El periodo de rotación de Marte es 24 horas, 37 minutos y 23 segundos, ¡así de parecido al de la Tierra!, por lo que “un día” (desde el orto hasta el ocaso) en cada planeta es casi igual. A propósito, el tiempo entre un mediodía solar local en Marte y el siguiente, se acostumbra a denominar “sol”. Desde luego, como en la Tierra, este número de horas depende de la latitud y de la estación del año. El sol alcanza la altura más alta sobre el horionte al mmediodía, pero no cenital. Esto solo puede ocurrir en la zona intertropisl, como en la Tierra y en una fecha determminada, como sucede en Costa Rica el 15 de abril y el 28 de agosto.
En la órbita marciana hay perihelio y afelio, solsticios y equinoccios, con fechas más o menos fijas.

Nuestro viaje desde la Tierra al cuarto planeta del Sistema Solar se planeó y ejecutó casi hasta el último detalle, para que tarde unos 6 meses (de ida) y regresar inmediatamente, sin posarse en el planeta. Uno de los motivos es que aún no se cuenta con un sistema eficiente y sin error para aterrizar en Marte y, desde luego, para despegar desde su superficie.
Los poderosos retrocohetes para lograr un aterrizaje vertical seguro para la nave y los tripulantes, en la rala atmposfera y con una carga muy pesada, continúa en su fase de investigación, diseño, construcción y pruebas. El otro motivo tiene que ver con el combustible químico de los cohetes que aún se sigue usando, Esto limita la carga útil de la nave y el número de astronautas transportados.

Cuando la Calíope llegó a Marte fue colocada en una órbita elíptica de perihelio muy bajo, controlada por la computadora de la nave, casi podríamos decir que en piloto automático. Luego pasamos a una órbita rasante, para sobrevolar el Valle del Marinercasi como lo hace un avión planeador,  y a una altitud y velocidad apropiada, se desacopló un módulo con los cuatro colonos y otro con el equipo. Estos descendieron en el punto exacto previsto, de la superficie marciana sin problemas, ayudados por paracaídas, a solo 175 metros de la base Mars 1,

A continuación, cambiamos a una órbita circular más elevada, aumentado la velocidad y el ángulo de ataque, para realizar dos sobrevuelos de 85 minutos cada uno, que aprovechamos para la toma y recopilación de datos, fotografías y videos.
Seguiría una órbita elíptica de gran excentricidad que nos enrumbaría de regreso a la Tierra, pero fue justamente aquí donde iniciaron los problemas. Algo pasó que no se ha tenido tiempo para evaluar, quizás una falla en el piloto automático que la computadora no pudo advertir ni corregir y nos puso en la situación de emergencia que estamos viviendo.

 Segundos antes del “aterrizaje” forzoso, Mlah y yo rediseñamos el vuelo  para un descenso suave, haciendo planear la Caliope,  evitando una caída en picada y así minimizar los daños. A pesar nuestros esfuerzos, la nave derrapó sobre la arena, en medio de tres rebotes contra una superficie similar a las dunas del Sahara. Fueron etapas de ruido ensordecedor dentro de la cabina, e infinidad de luminosas chispas, arena y polvo en el exterior.

Veinte segundos después sobrevino una parada casi en seco, posiblemente contra lo más denso de la duna. Las luces de Calíope parpadean, luego se apagan por dos minutos que parecieron horas, todo es silencio y oscuridad. Finalmente las luces de emergencia se encienden, los dos astronautas, aún sujetos a sus asientos y con su traje de astronauta puesto, dirigen la mirada a los  paneles de control de vuelo. Afortunadamente los instrumentos indican que el sello está intacto y el nivel de oxígeno apropiado.
Mlah y Wolff aún aturdidos por el fuerte impacto, tratan de quitarse de encima algunos cables e instrumentos de navegación que cayeron sobre ellos desde los paneles superiores de la cabina de mando de Calíope, y revisan cuidadosamente el estado de sus trajes de astronauta, especialmente los manómetros, las válvulas de oxígeno y los intercomunicadores.

Somos los únicos sobrevivientes del primer accidente astronáutico en Marte. En medio del caos pienso que fue causado por el imprevisto bombardeo de la recién establecida  lluvia de meteoros Leónidas II, que ocurrió hace 2 soles, el que dañó los sistemas externos de navegación y la computadora no pudo advertirnos a tiempo.

Sin embargo, como ya habíamos desacoplado los dos módulos (colonos y equipo) hace más de tres horas, de seguro los cuatro nuevos marcianos no fueron afectado y ya deben estar dentro de la seguridad que ofrece la Mars 1. La base se fue construyendo por ocho colonos que llegaron al planeta rojo de la misma manera, al igual que el equipo, durante los últimos dos años. Ahora les toca a Mlah y a Wolff sobrevivir de alguna manera y llegar a ella.

Wolff revisa que la señal de emergencia esté activada con la esperanza de comunicarse con la base Mars 1 para esperar un rescate;  de lo contrario se verán forzados a caminar unas decenas de kilómetros, atravesando dunas de arena, terreno rocoso y escalar acantilados. Pasa una hora y no hay ninguna señal de radio, deciden entonces salvarse por su propio esfuerzo.
Mientras recogen sus escasos tesoros de sobrevivencia, los dos oficiales miran a través de una ventanilla del módulo de comando, se ve el Sol ocultándose tras una delgada capa de atmósfera de un curioso tinte rosado, casi inmediatamente el cielo se oscurece y se pueden ver las estrellas; Júpiter y Saturno lucen brillantes y bellos.
El sistema de navegación, funcionando de manera precaria les indica que han caído en el extremo occidental del Laberinto de la noche, 4 grados Sur, 253 grados Este. Están a solo 8 kilómetros noroeste de la Mars 1.
Esta es una región que contiene un sistema de laberintos con valles profundos, de paredes empinadas. Los valles y cañones se formaron por fallas producidas por actividad volcánica antigua. En algunos lugares los suelos del valle son más ásperos, perturbados por deslizamientos de arena y piedras, y hay sitios donde el suelo parece haberse hundido formando profundos agujeros, quizás como  pequeños cenotes  parecidos a los de Yucatán, pero formados mediante un proceso totalmente diferente, hace millones de años que no hay agua fluyendo en este planeta.

Marte está en un punto de su órbita que podemos llamar su equinoccio de primavera, por lo que la temperatura  en esta región cercana al ecuador no es demasiado baja. Les espera, sin embargo, una fría noche marciana de unos 30 grados bajo cero, por eso deciden quedarse dentro de su maltrecha pero aún sellada astronave, para protegerse del frío, comer algo, dormir un poco, recuperar energía, restablecer su estado de ánimo y esperar el amanecer. Para cumplir con la etapa más importante de su viaje, la de vida o muerte, en una sola jornada.
Está clareando, los dos astronautas salen de la cabina de Calíope con sólo dos pequeños tanques adicionales de oxígeno comprimido, y uno con agua, incorporados a sus trajes presurizados. La presión atmosférica en Marte es una centésima del valor en la superficie terrestre, sin sus trajes todos los fluidos corporales entrarían en ebullición y morirían en menos de un minuto.

En sus manos llevan un radiolocalizador digital de onda corta que despliega un mapa de la superficie marciana, incluyendo su posición actualizada y su destino, la base Mars 1. A unos metros de la chatarra de Calíope recogen un  trozo medio chamuscado de seda del paracaídas del módulo de descenso de carga, el cual se desprendió durante el accidente.

Conozco la geología marciana, dice Wolff, pero solo en teoría, nunca he pisado el suelo de este planeta. Es mi primer viaje espacial y en realidad soy tan novato como cualquiera.
La comandante Mlah ha realizado tres viajes a Marte, todos con éxito total, jamás ha estado perdida, pero es solamente una piloto, una astronauta de cabina, solo ha realizado caminatas en el simulador del centro de entrenamiento, nunca en el espacio, ni mucho menos en el arenoso, desértico e inhospitalario suelo marciano.     

Pasa una hora y no hay ninguna señal de radio.
Nos salvaremos por nuestro propio esfuerzo, le dice Mlah a Wolff.
         

Dos horas de caminata y parece que regresan al mismo punto, el mapa del radiolocalizador no es muy específico en cuanto a los finos detalles del terreno.

-Vas a tener que usar todos tus conocimientos de geología para poder llegar a tiempo a la base, antes de que llegue la noche. Vamos tú puedes se dicen uno al otro-.

Los cañones y encrucijadas del Laberinto de la Noche son a nivel planetario, cientos de veces más complejos y extensos  que los del laberinto construido por Dédalo en Creta, para encerrar al Minotauro.
Sus pasadizos son  más bien como un conjunto de cintas de Moebius interconectadas, de las que no se puede escapar, porque nunca se acaban. Sus cañones son tortuosos y traicioneros, algunos imposibles de escalar. Hay altas paredes de roca lisa que los mejores alpinistas de la Tierra jamás imaginarían y también suaves planos inclinados que son una tentación por su  poca altura, y desde su base parecería que se puede alcanzar el borde con facilidad, pero están formados de finísima arena en polvo, casi como café molido, donde un paso hacia arriba va complementado por dos pasos hacia abajo.

Deciden reiniciar por un cañón que parece distinto y prometedor, pero luego de unos pasos observan que comienzan a salir formas fantasmagóricas de una transparente bruma, sublimada de la escarcha de dióxido de carbono del suelo, por los primeros rayos del naciente Sol. Piensan que la única manera de permanecer juntos es amarrarse con un girón de la tela del paracaídas y así lo hacen; a veces Wolff va adelante y otras veces lidera el viaje su compañera. El resto de la tela lo utilizan para protegerse del viento y la arena durante los pocos y breves momentos en que descansan.


El blindado Volcán Pavonis de 14 km de altura, con su cumbre parcialmente cubierta de hielo, sobresale majestuoso por encima del laberinto. A ratos la bruma se arrala y lo ven tan cerca, pero como una meta lejana, casi imposible, no obstante están decididos a llegar a sus faldas. Viajan en la dirección correcta, así lo confirma el mapa digital del radiolocalizador, podrían estar  a solo 4 horas de su destino final, pero deben escalar la pared del cañón por el que caminan, evitar las hendiduras  de algunas fallas, los traicioneros terrenos donde ocurren avalanchas de pequeñas rocas y sobre todo no caer en los profundos agujeros que han causado los tres volcanes de la Meseta de Tarsis. Si logran la escalada y salir del cañón, estarán en terreno relativamente plano y con la base Mars 1 a vista de pájaro.

Tres horas más tarde están a punto de alcanzar la cima de uno de los traicioneros cañones del Laberinto de la Noche que decidieron escalar. Están cansados, hambrientos y con mucha sed, pero lo que más les preocupa es el estado de sus trajes, rasgados por el roce con el terreno rocoso del cañón, también por el bajo nivel de la reserva de oxígeno.

Mlah alcanza el borde de la planicie con su mano izquierda, se impulsa un poco con sus piernas y sube su cuerpo con un último  brinco, se incorpora, mira al frente y ve las pálidas luces de la Mars 1, envueltas en la polvareda de una típica tormenta de la primavera marciana. Se inclina hacia el abismo y extiende su mano derecha a Wolff, que parece estar más agotado, pero sonríe satisfecho por haber concluido la escalada.
Ahora todo parece ser terreno plano y a nivel, calculan que si aligeran el paso pueden estar dentro de la seguridad de la estación en menos de 15 minutos.

La tormenta oscurece el paisaje, no tienen una linterna de mano y el radiolocalizador funciona a intervalos, la radio solo recibe señales, no pueden enviar ningún mensaje avisando sobre su posición. Por la radio escuchan la actividad y preparativos en la base, para salir al rescate dentro de cinco horas, cuando haya pasado la tormenta. Posiblemente la telemetría de la Calíope siguió transmitiendo y los 12 colonos de la base tuvieron conocimiento, del accidente. Saben exactamente donde cayó la nave y según el protocolo, tres de ellos van a salir a explorar y rescatarlos. Pero los dos perdidos astronautas no pueden decirles que ya no están allí; que están a solo 800 metros.
No queda otra, hay que llegar por nuestro propio esfuerzo y pronto, de lo contrario, cuando se termine el oxígeno, o los trajes ya no resistan, o la baja temperatura nos congele, pasaremos a ser dos cadáveres en la desértica llanura volcánica del Pavonis, envueltos en un sofisticado ataúd de última tecnología. 

Entonces caminan, casi corriendo, con la vista fija en dirección donde se desvanece como un fantasma la Mars 1.
Wolff que va dos pasos atrás, está muy cansado, casi no ve nada, en realidad está siendo halado por Mlah, tropieza contra su propio pie y en la caída arrastra a Mlah que instintivamente se había vuelto hacia atrás.
Los dos abrazados ruedan por una suave pendiente, que parece llevarlos de vuelta   a uno de los cañones superficiales del Laberinto de la Noche, luego sigue un ensortijado tobogán de muchas vueltas. Es un conducto cilíndrico de lisas paredes de roca, quizás un antiguo tubo de lava ahora seco.
¿Habrá sido pulido, habilitado y usado como un viaducto, hace muchos años, por algún tipo de seres inteligentes, tecnológicamente avanzados?
¿Para traer agua del casquete polar cercano al ecuador, como pensó Percival Lowell?

Parece que recorren veinte, setentas, doscientos metros, deslizándose por esa montaña rusa. El traje de Wolff comienza a ceder por varios puntos incluyendo el casco. Si se pudiera, se escucharían un sonido como aleteo de zancudo cerca de las orejas, son finos chorritos de oxígeno escapándose de su vestimenta. La muerte parece estar segura.

Cuando termina el tobogán, sienten que son lanzados a un verdadero “vacío”. Dos segundos en caída libre describiendo una parábola, como la que simula su profesor de física, impulsando una canica para que caiga por el borde de una mesa.
Luego un golpe seco, pero no mortal, contra una especie de escotilla. Es una trampa mecánica que automáticamente se abrió y cerró, permitiéndoles acceso a una nueva etapa de caída libre durante un segundos y al puro final, algo parecido a caer desde un tercer piso, sobre un depósito de algodón recién pizcado.

Mlah y Wolff piensan que están muertos, o en una especie de limbo consciente y extraño. Mlah intenta levantarse pero no puede, tiene algunos huesos y músculos muy lastimados. Se da cuenta que su casco está quebrado,
¡Pero puede respirar!
Mira y escucha a Wolff tratando de decirle algo.
Está de pie junto a ella, se ha quitado lo que queda de su casco y la saluda con una sonrisa y una mirada que lo dice todo.
No saben dónde están, ni realmente qué ha sucedido en los últimos minutos, pero deducen que cayeron en un recinto artificial sellado, una combinación de magia y realidad, con aire, presión, temperatura  y condiciones de luz, similar a algunas cavernas superficiales en la Tierra.
Creen que de momento se han salvado, quizás gracias a una construcción subterránea hecha por antiguos arquitectos-exploradores marcianos, y que aún sigue en buen estado.

Quizás sí dejaron de existir físicamente, y sólo sean sus espíritus quienes viven la experiencia.

No lo sabremos.
¿Usted amigo lector, qué cree que ha sucedido?
En realidad a Mlah y Wolff no les importa, porque no pueden distinguir una situación de la otra.
Y es que nada escapa al Laberinto de la Noche.