El 20 de noviembre de 2024 Villa y yo fuimos a Manzanillo en la costa Caribe de Costa Rica, para recordar el eclipse anular del 14 de octubre del año pasado, que vimos desde allí y celebrar mi cumpleaños.
Como a las 5 de la tarde instalamos un viejo telescopio C-8 para observar el planeta Júpiter, que es mi favorito. Hacia el Este teníamos un perfecto horizonte marino a nivel de los ojos y la noche que se acercaba prometía también ser perfecta; negra, sin nubes, con pocas y débiles luces artificiales a la espalda. El Sol se ocultó al Oeste-Suroeste poco después y la Luna en cuarto creciente saldría hasta las 4 de la mañana.
Pudimos
observar Júpiter poco antes de las 7, entre los cachos del toro. Según “Cartas
del Cielo”, la estrella Gamma Ori (Bellatrix) estaba saliendo casi al
Este, pero no podía verla. Entonces me interesó ver la salida de Betelgeuse,
tan pronto la poca bruma baja, el telescopio y mis ojos lo permitieran. Lo
logré a las 7:50 (me distraje mientras conversaba con Villa), cuando todo el
cazador ya estaba afuera acostado de espalda y podía verlo completo a simple
vista, Betelgeuse lucía hermosa como de costumbre; brillante, destacada
y con su color rojizo inconfundible, pero no noté nada distinto.
También
estaba saliendo la constelación Gemini (es un parto de pies), Taurus
y Lepus (¿será liebre o conejo?).
Cerca
de las 10 la constelación del Can Mayor me mostró a la estrella más
brillante del cielo nocturno; Sirio a unos 20 grados de altitud y Betelgeuse
ya casi a 40 grados. Entonces me di cuenta del espectáculo que me había perdido
por una o dos horas. Betelgeuse tenía como cuatro veces su brillo
normal, humillaba completamente a Sirio y a Venus, que se ocultaban a
nuestra espalda por el Oeste-Suroeste. La explicación era inequívoca:
Betelgeuse
había sido la progenitora de una supernova de pocas horas de edad, en la
Vía Láctea,
Y yo (Liliette) había sido una de las
primeras personas de Costa Rica en observarla. Villa y yo seguimos mirándola a
ratos, tanto a simple vista, como con el C-8. El inicio del crepúsculo civil
del nuevo día, a las 05:11 comenzó a borrárnosla, pero no pudo, duró unos 30
minutos más, hasta la salida del Sol (05:33). Betelgeuse se ocultó como
a las 7:30 del 21, con el cazador dispuesto a dormir de panza.
Tan pronto como pudimos buscamos noticias sobre este evento. La supernova la había descubierto un astrónomo del Observatorio Roque de los Muchachos donde está el Gran Telescopio de Canarias, el 20 de noviembre a las 23:30 hora local (UTC+ 1), esto es, 16:30 hora de Costa Rica (UTC -6), sólo 3 horas y 20 minutos antes que yo. Me ganó por la menor longitud geográfica.
En
efecto, los neutrinos de la Supernova Betelgeuse fueron
detectados por el Observatorio IceCube, en la Antártida, casi 9
horas antes.
Betelgeuse
es (o era) una estrella supergigante roja a 700 años luz de distancia (cambia
un poco según la fuente consultada). Es una variable con período algo
irregular. El color indica que su temperatura superficial es relativamente baja
en comparación con otras estrellas, unos 3500 a 4000 kelvin. Su diámetro se
estima en 1400 veces el del Sol, lo que equivale a aproximadamente 1200
millones de kilómetros. Si se colocara en el Sol llegaría más allá del planeta Marte
(a 314 millones de km), y nosotros quedaríamos dentro de la estrella.
Por
su distancia, esta supernova no tendrá un impacto directo perjudicial sobre la
Tierra, peri sí la belleza de observarla, la inspiración creadora y la
oportunidad de estudiar este tipo de fenómeno. Solo seríamos testigos del
evento desde la distancia.
Imagine
que quizás cuando “nació”, Betelgeuse dejó la nebulosa nodriza de gas y
polvo y empezó como una protoestrella muy gordita hace unos 65 millones de
años, cuando aún había dinosaurios caminando sobre la Tierra.
Estuvo
en la Secuencia Principal, hasta hace unos 2 millones de años, al
agotarse el hidrógeno en su núcleo, cuando los primeros homínidos empezaron a
salir de África.
Luego entró en las últimas etapas de su evolución estelar, pasó a ser gigante y
luego supergigante, fusionando helio en elementos más pesados hasta el hierro.
Esos son tiempos demasiado cortos para lo que la teoría nos propone para una
posible supernova, pero quizás Betelgeuse es una estrella muy
diferente, no tan corriente. Como un carrito que su chofer lo conduce a 150
km/h, pronto gasta su combustible y hasta puede terminar como un poco de
“chatarra negra” en la carretera Cañas-Liberia, si su motor sobrecalentado
explotara repentinamente. El Sol, por el contrario, podemos pensar que viaja a
70 km/h, aceptando las señales de tránsito, prolongando su vida lenta e
inteligentemente y así, alargar la de este sistema planetario.
-Ser
diferente no es un problema-, hay planetas extrasolares, que están más cerca de
su estrella que Mercurio y a la vez son más grandes que Júpiter.
Podría
ser que Betelgeuse vivió como “Pancho López”
Siga
imaginado que la supernova pudo haber estallado en 1492, cuando Cristóbal
Colón llegó a este continente y su luz ha estado viajando hacia nosotros
durante 532 años, hasta alcanzarnos en noviembre del 2024. No nos habíamos dado
cuenta hasta ahora (recuerde que siempre vemos hacia el pasado remoto, o algo cercano).
Aún
no sabemos su destino final; ¿terminará como una nebulosa planetaria?,
quizás no por su gran tamaño. Posiblemente como una estrella de neutrones,
un pulsar, o hasta un agujero negro. Lo sabremos en semanas
meses, o años, cuando se concluyan los estudios del remanente.
Al llegar la noche del primer día “dsb”
(después de la Supernova Betelgeuse), en casi todos los rincones de la
Tierra, los Homo sapiens miraron hacia el cielo, con sus ojos, con
binoculares y telescopios, para encontrar la constelación Orión y a la supernova,
y la hallaron con mucha facilidad y maravillosamente diferente.
En
las siguientes semanas la supernova liberó una inmensa cantidad de
energía. Mirando a través del C-8, usando un aumento de 100X, la supernova
parecía como del tamaño de una letra O mayúscula en este texto, rodeada de un
halo en expansión, donde predominaban los colores blancos, amarillo, rojo y a
veces azul. Pero excesivamente brillante, tanto que usamos un filtro para
atenuarla.
Todos
los periódicos impresos y digitales publicaron en -la foto del día- y por mucho
tiempo, alguna imagen de la noche anterior sobre la Supernova Betelgeuse.
Las revistas Sky & Telescope y Astronomy la tuvieron en su
portada varias veces. El sitio Astronomy Picture of the Day la tuvo de
primera en sus archivos todos los días, durante una semana.
Fue
increíblemente brillante en los días de navidad. A fin de año parecía que
eclipsaba a toda la galaxia. Recuerdo haber visto al planeta Venus durante el
día, en varias de las fechas de máximo brillo y elongación (respecto del Sol),
pero la Supernova Betelgeuse pude verla fácilmente el 5 de enero de
2025, a las 9;30 de la mañana, con la ayuda de un mapa y la casa del vecino
tapándome el Sol. Para el 20 de febrero su brillo se había desvanecido, pero
aún la encontrábamos por su posición inconfundible en el hombro izquierdo de
Orión.
Algunas
"pymes" que surgieron en el 2024-2025 usaron el nombre de Betelgeuse
para cafeterías, una fábrica de embutidos y hasta un delicioso café gourmet,
que se exportó con mucho éxito. Como Betelgeuse parece tener genero
neutro, que no se extrañen en las escuelas si por el año 2031 les llegan
estudiantes de cromosomas xx, o de cromosomas xy, con el nombre de Betelgeuse.
Por
su parte, la Unión Astronómica Internacional, no usó el nombre de la
estrella; simplemente la denominó SN 2024ipz.
Como
Betelgeuse tiene gran tamaño y masa, casi siempre se especuló que podría
terminar como una supernova en cualquier momento, durante mis días y los
suyos, o los de nuestros hijos y nietos. Cuénteles este cuento, quizás se
entusiasmen con la astronomía, sé que la disfrutarán. Quizás veamos esta supernova
el próximo mes, en cien, mil, o un millón de años. En realidad, no sabemos,
pero parece que el desenlace está cerca.
VUELTA
A LA REALIDAD
Por
ahora Betelgeuse está casi saludable, pero con síntomas de un intratable
dolor de estómago y respirando con dificultad. En el 2019-2020 tuvo un
comportamiento extraño, no esperado. En mayo-junio de 2023 el Telescopio
Espacial James Webb encontró algunas variaciones inquietantes, o quizás todo
esto es parte del comportamiento normal de una estrella de este tipo que aún no
conocíamos.
Los
cuentos de ciencia ficción con realismo geográfico y astronómico y un poco de
fantasía, me agradan, porque me dan la oportunidad de facilitar el aprendizaje.
-pero son cuentos-.
Le
pedí a ChatGPT que escribiera un cuento ficticio sobre una posible
supernova de Betelgeuse. Este fue el
resultado:
Érase
una vez, en un rincón distante de la galaxia, existía una estrella conocida
como Betelgeuse. Durante incontables milenios, había ardido intensamente, su
resplandor ardiente cautivaba la imaginación de los seres de todo el cosmos.
Pero nadie sabía que Betelgeuse guardaba un secreto, un evento cataclísmico que
se estaba gestando en lo profundo de su núcleo.
En
un pequeño y modesto planeta ubicado a años luz de distancia, una joven
astrónoma llamada Lyra miró hacia el cielo nocturno. Su pasión por las
estrellas la había llevado a dedicar su vida a estudiar los misterios del
universo. Betelgeuse siempre la había fascinado, y había seguido de cerca el
enigmático comportamiento de la estrella.
En una noche especial, Lyra notó algo diferente en Betelgeuse. Brillaba con una
intensidad que nunca había visto antes, como si estuviera llegando a su clímax.
La noticia se extendió como un reguero de pólvora entre la comunidad
científica, y los astrónomos de toda la galaxia dirigieron sus telescopios
hacia la estrella distante. A medida que pasaban los días, Betelgeuse continuó
creciendo en brillo. Lyra, impulsada por una mezcla de emoción y temor, analizó
incansablemente los datos que llegaban de los observatorios de toda la galaxia.
El comportamiento errático de la estrella la llenó de asombro.
Entonces,
una noche inolvidable, mientras Lyra estaba de pie bajo el cielo estrellado,
Betelgeuse explotó con un brillo inigualable por nadie jamás visto. La noche se
transformó en día cuando la supernova desató su furia celestial. La onda
expansiva se extendió a través de la galaxia, llevando consigo los ecos de la
sinfonía final de una estrella.
Lyra,
hechizada por el espectáculo celestial, observó cómo la explosión desataba un
torrente de colores vibrantes. Los tonos radiantes pintaban los cielos, como si
a un artista se le hubiera dado rienda suelta para crear una obra maestra de
proporciones cósmicas. La onda expansiva extendió su abrazo estelar a lo largo
y ancho del cielo.
En
los días siguientes, Lyra y sus colegas astrónomos observaron los restos de la
supernova. Se maravillaron de la nebulosa que se formó, un vasto e intrincado
tapiz de gases y polvo arremolinados. Dentro de esta obra de arte cósmica,
nuevas estrellas comenzaron a tomar forma, nacidas de las cenizas de
Betelgeuse.
La supernova Betelgeuse se convirtió en una fuente de inspiración para las generaciones venideras. La historia del explosivo final de la estrella capturó la imaginación de poetas, artistas y soñadores por igual. Sirvió como un recordatorio de la naturaleza fugaz de la existencia y el inmenso poder oculto dentro de las profundidades del cosmos.
Lyra,
cambiada para siempre por su encuentro con la supernova Betelgeuse, dedicó
su vida a desentrañar los secretos del universo. Se convirtió en una luz guía
para futuros exploradores, inspirándolos a aventurarse en lo desconocido y
descubrir las maravillas que había más allá.
Y así, la historia de la supernova de Betelgeuse resonó a través de los siglos, un testimonio de la belleza y la grandeza que reside en la vasta extensión del espacio.
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