viernes, 4 de octubre de 2024

 Chindo y Maura (apuntes para un corto de Teatro)

Basada en la obra homónima de Marie Lissette Alvarado. (EDiNEXO, 2025, ISBN: 978-9968-557-97-9). Quien a su vez se inspiró en el cuento    (Historias de Tata Mundo. Fabián Dobles ,,,) Chindo tiene 50 años. Es dueño de un almacén que hace entregas a domicilio, pero cuando el pedido es de Maura, nadie más puede llevarlo, sólo él. Conoció a Maura haciendo este mismo trabajo para el almacén de su tío, cuando tenía cinco años. Y se enamoró de ella.

Maura Rodríguez tiene 65 años. Hija de padres ricachones, la casaron “bien”, tuvo cinco hijos. Ahora está viuda y es la dueña de una finca que produce de todo.

Maura casi nunca estaba sola en casa, así que cuando Chindo la saludaba o se despedía le trataba de “ña Maura”. Cada vez que lleva el mandado, se echaba una pachita de aguardiente en la bolsa trasera del pantalón, si había oportunidad la sacaría para brindar juntos. Y esa otra oportunidad por fin se presentó.

Narrador: En una fresca tarde soleada, llegó Chindo en su carreta, con todo lo que se había pedido, lo dejó en la cocina sobre la mesa.

Maura le atendió amablemente. En la casa reinaba el silencio, solo el canto de las aves en el exterior interrumpía el momento. Inmediatamente Chindo, con mucha diplomacia preguntó a la anfitriona.

CHINDO: ¿Me la dejaron solita ña Maura y eso?

(Maura sin pensarlo, simplemente sirvió un vaso de limonada de una enorme jarra de barro pulido y se lo ofreció a Chindo como si supiera de antemano que tenía sed y contestó de manera despreocupada mientras buscaba en su enorme delantal el monedero para pagarle como de costumbre.)

MAURA: Pues que hoy toda la familia tenía cosas que hacer.

(Sin mirar a Chindo, Maura se concentró en revisar todo lo que había encargado, husmeaba de un lado para el otro entre las cosas, y con meticulosa memoria, fue revisando si faltaba algo; mientras Chindo seguía con el vaso en la mano, pues no tenía intenciones de beber limonada, pero se mantenía en silencio mirándola fijamente.)

(De pronto Maura se detuvo con la mirada fija aún en los víveres, frunció el ceño y de inmediato le preguntó)

MAURA: ¿Pero Chindo, aquí no está todo lo que te pedí?  Me falta una lata pequeña de manteca y cinco tapas de dulce.
¡O no revisaste bien la lista que tempranito te mandé, o ya estás olvidando las cosas!

(Por supuesto que en la carreta estaba lo restante del pedido, pero Chindo lo había sacado a propósito por una buena razón, traía además una buena pachita de su mejor aguardiente.

Con despreocupada tranquilidad le respondió:)

CHINDO: No te preocupés Maurita, de seguro que se salieron del saco y se quedaron en la carreta. Dame un chancecito y voy a revisar, regreso en seguida-.

(Caminó hacia la carreta, recogió el resto de las cosas y se echó en la bolsa trasera del pantalón el aguardiente. Tenía que aprovechar esta única oportunidad y jugarse el todo por el todo y regresó a la casa.)

(Maura ya tenía en la mano el dinero para pagarle. Chindo puso las cosas que faltaban sobre la mesa y antes de recibir el dinero le propuso tímidamente.)
CHINDO:  Alcance dos vasitos, quiero que pruebe algo muy especial que hice para nosotros y que por casualidad tenía en la carreta.

(Maura se le quedó viendo por unos instantes con desconfianza y fue por los vasos)

MAURA: ¿Qué andás ahí viejo mañoso?
Sabés que estamos solos y que en cualquier momento llega gente; no quiero que alguno de la familia se ponga a pensar tonteras si nos ven muy solitos en la cocina.

CHINDO: No te preocupés Maura, si es solo una probadita para que me dés tu opinión… eso es todo.

MAURA: Mmmm…. Tá bien… pero solo un poquitito.

(Ni lerdo ni perezoso Chindo llenó los dos vasitos y le dio uno a la viuda.)

CHINDO: Andá, probá y me decís qué te parece-.

(Maura primero lo pasó frente a su nariz y aspiró profundamente.)

MAURA: ¡Pero Chindo, esto es aguardiente!

- Qué va a decir la familia cuando me huelan a guaro.

CHINDO: ¡Que no mujer! ¡Si es solo un poquito! Ni que nos estuviéramos emborrachando con un estañón de guaro-

(Maura lo probó, y lamió sus labios, como muestra de aprobación guiñó un ojo)

MAURA: ¡Bandido, esto está delicioso! Pero de seguro que pega con solo el olor.

CHINDO: Qué va. Es muy fino, uno de mis mejores trabajos… no es para cualquiera, y lo quería compartir con vos.

De manera disimulada Chindo sacó una de las sillas y se sentó muy cómodamente frente a la mesa para degustar la bebida. Sabía que a Maura le gustaba con cierto recato tomarse sus traguitos y por ahí ejecutaría su plan.
Sin decir media palabra ella también sacó una silla y se sentó junto a él. Comenzaron a servirse vasito tras vasito y a conversar de todo lo bueno y todo lo malo a lo largo de sus vidas. Después del quinto vasito, entre las anécdotas, Chindo recordó la historia del famoso sapo, ambos soltaron la carcajada y sin darse cuenta sus cabezas se juntaron apoyándose una contra la otra, estando sus rostros a milímetros de distancia, sus ojos estaban cerrados, pero al abrirlos, se miraron fijamente, de pronto dejaron de reír Chindo dejó el vaso sobre la mesa, sujetó con suavidad los hombros de Maura y la besó con dulzura, ella se intentó levantar como si tuviera un resorte en los pies, pero Chindo la continuó sujetando con firmeza pero sin hacerle daño. Maura no opuso resistencia y se dejó llevar por la situación. El beso fue largo, pero al separarse, Maura se levantó tambaleándose, se sujetó del filo de la mesa y apoyando su otra mano contra la cabeza habló agitada.

MAURA: Por Dios Chindo, ¿qué acabamos de hacer? Jesús bendito, perdóname esta ignominia-

(Chindo también se pone de pie y se le acerca para calmarla, pero ella guarda una leve distancia.)

CHINDO: No hemos hecho nada malo Maura...
Vos sos viuda, y yo nunca me casé…esperándote.

MAURA: ¿Cómo que esperándome?
Sabés muy bien que desde muy joven me casé y que me he dedicado ante los ojos de tatica Dios por entero a mis obligaciones.
¿Qué estabas esperando entonces?

(Chindo con lágrimas en los ojos se acerca lentamente y la toma de las manos)

CHINDO: Maurita… Desde que tengo diez años, que te conocí, he estado enamorado de vos. No pasa un solo día sin que piense en ti-

(Maura trata de hacerle entrar en razón.)

MAURA: ¡Pero Jacinto!...
Si hasta soy más vieja que vos.
¿Cómo es posible que pudiendo tener a la mujer que quisieras en este pueblo y más allá te quedaras enfrascado en un asunto sin salida?
Sos un hombre de negocios, muy inteligente. ¡Y es que simplemente no puede ser!

CHINDO: Pues sí ña Maura, así es la verdad.
Y no me pidás explicaciones, porque ni yo me las puedo dar.
Así me encadenó la vida a mi destino, qué le voy a hacer.
Y tampoco te lo quiero seguir ocultando, mi corazón ya no está para aguantar tanto sufrimiento y callarme por más tiempo.

-          Si querés me voy del pueblo y no te molesto más, pero te juro por Diosito que me escucha que no te puedo dejar de querer.

-          Además, los años te han caído muy bien, y aunque tengás nietos, seguís estando muy hermosa, como eterna quinceañera.

Maura no sabía qué hacer pues desde siempre sintió lo mismo por Chindo, pero diversas razones le impidieron tan siquiera dejar al descubierto el más leve indicio de esos sentimientos.

MAURA: Pues… la verdad Chindo, es que desde que tengo quince años sabía que te gustaba-. (Chindo se sorprende).

CHINDO: ¿Cómo va a creer?... Nunca te lo demostré.

MAURA: - ¡Oh por supuesto que sí me lo demostrabas a cada instante!
Cada vez que tenía que pagarte por los mandados, me mirabas como ternero desvalido.
Por ello empecé a acariciarte el rostro cada vez que me despedía, y el día que me brincó el sapo, sabía que no lo habías hecho con mala intención, sino que me considerabas muy especial en tu vida para querer enseñármelo.

- Reaccioné de esa forma porque sabía que era imposible que un chiquillo fuera a ser mi prometido, que no podías ofrecerme nada, simplemente eras un niño. Imagínate lo ridículos que nos habríamos visto, habríamos sido el hazmerreír del pueblo, y mis papás me habrían encerrado en un manicomio con toda seguridad.

- Y ya con familia, cada vez que llegaba a tu almacén para hacer compras, exclusivamente me atendías, tu mirada siempre te delató, aunque debo de reconocer que eres todo un caballero y te gustaba discutir conmigo los precios, para al final ceder.

(Chindo la sigue mirando con lágrimas en sus ojos y asiente con la cabeza dándole la razón; pero sin soltar sus manos)

CHINDO: Pero te sigo queriendo Maura. Y con amor del bueno.
Entonces… ¿qué decidís... ¡¿Me quedo o me voy?!

(Maura volvió a sonreír)

MAURA: ¿Vos qué creés grandísimo tonto?... quiero que te quedés.

(Jacinto le da un beso como sello de su declaración de amor. De pronto, Maura se exaltó y pone sus manos sobre su boca

MAURA: ¡Ay, Dios... ¡Qué torta!

(Chindo todo asustado y sorprendido)

CHINDO: ¿Qué? ¿Qué?... ¿Qué?!!!  ¿Qué te pasa?!!!-.

MAURA: Pues que como jamás me imaginé que esto podría ocurrir, hace poco mandé a avisar a la familia que me pensaba morir pronto, con fecha y hora y que tenían que ir haciendo los preparativos. En parte por ello es por lo que no hay nadie hoy en casa, porque los tengo corriendo para tener todo listo, incluso hoy quería comentarte sobre la chicha para mi velorio, y esta probadita de aguardiente me pareció apropiada para decidir si por una u otra bebida, o mita y mita.

CHINDO: Pero Maura… ¿De verdad que vos estás loca?
A quién se le ocurre decir que se quiere morir, así porque sí...  decide la fecha y hasta la hora. Para colmo de males también organiza su velorio…
¿solo a vos se te ocurren esas cosas?-

MAURA: ¡Diay ! ¡Qué esperabas!... para mí ya la vida no tenía sentido.
- La familia ya creció, … cada uno tiene que atender lo suyo y allá en cada muerte de obispo se acuerdan de mí.
- Y cómo te dije, ni por la mente me pasaba que entre tú y yo podría ocurrir…. Bueno… Lo que ha ocurrido.
- La familia no puede saber esto, y ya eché a andar mi funeral. ¿Qué hacemos?-

(Chindo camina por la cocina de un lado para el otro rascándose a veces la barbilla, a veces la cabeza, sin quitar la vista del piso. De pronto, se gira hacia Maura, se acerca hacia la mesa para apoyar ambas manos y con serenidad le propone un plan.)

CHINDO: Descuida, todo va a salir bien.
Vas a continuar con lo que le dijiste a tu familia, que lleguen y organicen las cosas de acuerdo a tu voluntad, que el pueblo también se dé cuenta para que sea más real, Hablá con el cura para que venga hasta la casa para que te confiese, absuelva de tus pecados y te de los santos óleos.
- No le vas a confesar nuestros planes, me oís porque entonces echarías todo a perder.

MAURA: Pero hombre. Cómo vas a creer que yo le voy a mentir al padrecito. Si se llega a enterar de que todo es una farsa me va a descomulgar.
CHINDO: Qué no va a pasarte nada carambas. Es por una buena causa, por favor comprendé.
Yo te voy a traer la chicha y la pólvora, seguirás con tus planes hasta el final.
Eso sí, no me pidás que me quede en el velorio porque eso no lo soportaría, y con suerte al que tienen que enterrar es a mí.
- Yo estaré en ese momento supervisando y manejando la pólvora, porque para mí, las bombetas no estarán anunciando tu funeral, sino todo lo contrario, en mi corazón anunciarán que te amo y que estoy muy feliz por nuestra nueva vida.
- Eso sí… cuidadito con morirse de verdá.
- Solo hacés la pantomima… pa’ luego celebrar con una buena fiesta todos los años que nos quedan.

(Ambos se muestran tan felices por la solución a tan controversial problema, que se vuelven a abrazar y a besar. Pero esta vez Maura besa y abraza a Chindo con furor, como si el resto del mundo no existiera.)

NARRADOR: Para Chindo es como si en verdad tocara al cielo con las manos, no podía creer que por fin podía demostrar sin temor sus sentimientos a la mujer que toda su vida había amado.

Para Maura, era como si despertara de un sueño, que aquel chiquillo con dulce rostro sería el hombre que le aguardaría fielmente en silencio.

(Se despiden, para no despertar sospechas, con la promesa de verse pronto, y aunque se trataran como de costumbre, Maura y Chindo se sentían más unidos que nunca).

¿Cuándo la familia se daría cuenta del asunto?
¿O los fisgones del pueblo?...

Eso por ahora es lo que menos importancia tiene. Que las cosas sigan su curso, tal vez en algún momento se sabrá. https://www.youtube.com/watch?v=6MGTK-MHSSg

A ellos simplemente les interesa vivir ese amor apasionadamente, porque, al final de cuentas, la vida es corta y el tiempo perdido, ¡hasta los santos lo lloran!

jueves, 3 de octubre de 2024

Chindo y Maura con otros cuentos

Chindo y Maura con otros cuentos. 
Son seis cuentos cortos de Marie Lissette Alvarado y José Alberto Villalobos.

  1. Chindo y Maura.
  2. La venganza.
  3. Al filo de las doce.
  4. Go-karts en las Fosas del Panteón.
  5. De Caronte a Plutón en seis horas.
  6. Esas cosas de la vida: las computadoras.
94 páginas, blanco y negro, con ilustraciones.

EDiNexo, noviembre 2015

ISBN. 978-9968-557-97-9
CR863.8
A445ch



¢ 5000; u.s $ 10.