María Elena Villalobos Morales, mi tía, nació en Naranjo, Alajuela el 2 de mayo de 1916 y murió el 8 de abril de 2006.
Aníbal siempre fue una persona tranquila, sorprendente calmada, como lo requiere un experto y veterano jugador de póker, en el Club de Amigos de Tello Blanco. No se alteraba por nada, así que perdonó mi piromanía las dos veces. Era un zapatero fino y como señal de que estaba absuelto me regaló un par de “botas Turrialba” hechas de fina piel de zaíno, que me gustaron mucho y usé por largo tiempo.
Por unos pocos meses la familia Gonzalo-Villalobos vivió en la casa de mi abuelo, en pueblo nuevo, en un buen agregado que Anibal hizo. Esto mientras construían la casa donde vivieron por mucho tiempo.
Aníbal y Elena tuvieron un café y cantina (“El Puerto Nuevo” ???) frente al costado Oeste del Mercado de Naranjo. Creo que por un tiempo trabajó allí mi tío Danilo, antes de irse para Limón.
Mi tía y yo ayudábamos ocasionalmente en la parte de cafetería, los sábados y domingos. Me gustaba golosear las rodajas de salchichón frito y los caldos concentrados de mano de piedra, que se usaban como bocas, para los que se tomaban un trago de guaro o de ron colorado (“el viejo de las plumas”), supongo que casi no se vendía “güisqui”. Curiosamente ninguna autoridad llegó a pedir que me fuera, pues era un menor de edad.
Hay una anécdota de mi tía Elena que no olvido; un domingo de mucho movimiento yo estaba manipulando una bandeja de tosteles y se me calló detrás del mostrador. El negocio estaba lleno de clientes, mi tía que estaba manejando la caja registradora, se irguió un poco y con voz fuerte dijo para que la oyeran todos: “José Alberto, SÓLO recoja las que cayeron en el papel”. Supongo que no había ningún papel en el piso y no recuerdo si algún tostel realmente se salió de la bandeja, pero mi tía mostró en ese momento su astucia y perspicacia.
Creo que me daban algunas moneditas por la ayuda. No sé por qué la cerraron, vendieron o si quebró, parecía un buen negocio.
De Jorge Gonzalo no me acuerdo mucho, porque es mucho más joven que yo, excepto cuando ayudaba en el Bazar Celeste, pero es que eso coincidió con mi época universitaria. Después ya graduado de abogado hemos hecho varios trabajos, muy satisfactorios para mi.
Mi tía Elena luego de casarse con Aníbal Gonzalo
Benavides (2/11/1910 – 08/12/1998), vivió en una casa frente al costado Oeste de la Escuela República de Colombia.
Creo que siempre fue muy religiosa y hacía “portales” para
navidad. Recuerdo haberle ayudado en varias oportunidades, haciendo encerados
con bolsas de cemento, goma, ocre y aserrín.
Resulta que, en dos años
consecutivos, quizás que aún no habían nacido William ni Alejandro,
o estaban muy pequeños, hizo un rezo del niño y en cierto momento los invitados
se fueron al comedor a tomar café. Yo me quedé sentado en el piso junto al portal
y comencé inocentemente a quemarle las puntas a pequeñas pajas, con las
candelas que habían quedado prendidas. En esa época las figuritas no eran de
cerámica o plástico duro no inflamable, sino que eran de “celuloide” y claro, tomar fuego, junto a la paja, el aserrín seco y
el papel, fue un instante, y por travieso, descuido o poca supervisión de los
adultos, quemé el portal, pero no la casa.
Aníbal siempre fue una persona tranquila, sorprendente calmada, como lo requiere un experto y veterano jugador de póker, en el Club de Amigos de Tello Blanco. No se alteraba por nada, así que perdonó mi piromanía las dos veces. Era un zapatero fino y como señal de que estaba absuelto me regaló un par de “botas Turrialba” hechas de fina piel de zaíno, que me gustaron mucho y usé por largo tiempo.
Por unos pocos meses la familia Gonzalo-Villalobos vivió en la casa de mi abuelo, en pueblo nuevo, en un buen agregado que Anibal hizo. Esto mientras construían la casa donde vivieron por mucho tiempo.
Aníbal y Elena tuvieron un café y cantina (“El Puerto Nuevo” ???) frente al costado Oeste del Mercado de Naranjo. Creo que por un tiempo trabajó allí mi tío Danilo, antes de irse para Limón.
Mi tía y yo ayudábamos ocasionalmente en la parte de cafetería, los sábados y domingos. Me gustaba golosear las rodajas de salchichón frito y los caldos concentrados de mano de piedra, que se usaban como bocas, para los que se tomaban un trago de guaro o de ron colorado (“el viejo de las plumas”), supongo que casi no se vendía “güisqui”. Curiosamente ninguna autoridad llegó a pedir que me fuera, pues era un menor de edad.
Hay una anécdota de mi tía Elena que no olvido; un domingo de mucho movimiento yo estaba manipulando una bandeja de tosteles y se me calló detrás del mostrador. El negocio estaba lleno de clientes, mi tía que estaba manejando la caja registradora, se irguió un poco y con voz fuerte dijo para que la oyeran todos: “José Alberto, SÓLO recoja las que cayeron en el papel”. Supongo que no había ningún papel en el piso y no recuerdo si algún tostel realmente se salió de la bandeja, pero mi tía mostró en ese momento su astucia y perspicacia.
Creo que me daban algunas moneditas por la ayuda. No sé por qué la cerraron, vendieron o si quebró, parecía un buen negocio.
Con William, Alejandro, Rafaelito, Hilda y Nenis, jugaba
casi todos los días de vacaciones en la casa de los Gonzalo-Villalobos y me
quedaba hasta la comida, que muchas veces era olla de carne, mi platillo
favorito de la época.
La casa de los Vargas-Villalobos en el Bazar Celeste, me quedaba a medio camino y ahí llegaba a tiempo generalmente para un buen postre. Finalmente llegaba a mi casa en Pueblo Nuevo y ahí entonces me daba el lujo de escoger lo mejor que había quedado, la mayoría de las veces muy poco.
La casa de los Vargas-Villalobos en el Bazar Celeste, me quedaba a medio camino y ahí llegaba a tiempo generalmente para un buen postre. Finalmente llegaba a mi casa en Pueblo Nuevo y ahí entonces me daba el lujo de escoger lo mejor que había quedado, la mayoría de las veces muy poco.
De Jorge Gonzalo no me acuerdo mucho, porque es mucho más joven que yo, excepto cuando ayudaba en el Bazar Celeste, pero es que eso coincidió con mi época universitaria. Después ya graduado de abogado hemos hecho varios trabajos, muy satisfactorios para mi.
De Toni mucho menos, pero si algo de su carrera de cantante
con el grupo Caribú, algo bohemia, pero quien no a esa edad. Su buena voz, algún disco de 45 rpm y la vez
que me invitó al Colegio de San Jerónimo para dar una charla sobre un evento
astronómico, en ese entonces él era el maestro de música del Colegio.
Isla para dos (¿alguien tiene una
copia?), Naranjo es mi Pueblo (https://www.youtube.com/watch?v=ahlMgOO9CEU).
Desde luego más recientemente las reuniones en su casa y las
que ha organizado con familia y hermanas para celebrar a los Villalobos, cada primero
de mayo.
[por favor corregir, agregar, modificar, FOTOS, enviarlas por WhastApp o email; villalobosjosealberto@gmail.com]
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